¿Y qué dirán sobre mí? ¿Y qué pasa con todas las imperfecciones que creo tener? ¿Y mi familia? ¿qué va a decir mi familia?

Empiezo con algunas de las muchísimas preguntas que me hice cuando Camilo me habló para hacer mi primera sesión de desnudo.

Y creo, ahora, que fue una de las cosas más planeadas que he hecho en mi vida. El cuerpo que para mí más que mi casa es lo que podría decir que; desde pequeña, es donde mejor me siento, moviéndolo y sintiéndolo. Sin embargo, no es lo mismo verlo, ver mi cuerpo no ha sido fácil nunca.  Es difícil esto porque surgen muchas dudas e inseguridades y -puedo confesar que- dejar que no solo lo viera alguien a través de un lente; sino después, muchas personas más en una red social, era una idea inconcebible en mi cabeza. Fue jodidamente difícil tomar la decisión. Decir sí, pero decirme sí a mí, eso fue lo difícil. 

Lo que nunca dejé de sentir ni un solo momento en la sesión fue confianza. Es uno de los espacios más seguros en los que he tenido la dicha de ser, no de posar, sino ser. Muy pocos lugares en el mundo donde realmente podemos expresarnos. Encontré eso mismo,  ese día a través de un lente y una increíble persona que, con magia, hizo que viera mi propio cuerpo.  Pudo hacer que se me abrieran los ojos, y pensar que lo más importante no era lo que los demás iban a decir, sino cómo yo me veía, me sentía.

Encontré mi cuerpo desnudo, sin miedos, sin inseguridades, sin reproches. Aunque, después, al ponerme la ropa todo lo negativo regresara. Este viaje ha sido casi una terapia; una manera de verme y aceptarme, de encontrar luz y paz donde siempre he vivido y visto caos.  Ha sido el creer en mí de otra manera. 

Hoy puedo decir que es una de las mejores experiencias de mi vida, lo volví a hacer y lo volvería a hacer. Ahora me parece que requiere más valentía desnudar el alma que el cuerpo. 

Leslie Anelisse Romero Hernandez.